13 abr 2011

Lucha libre: Un deporte con mucho espíritu


Erika Soporta Castigo de Dark Lluvia
Lucha libre: Un deporte con mucho espíritu
Por: Erika Rodríguez Martínez
Con una mezcla entre melancolía y gratos recuerdos reflejados en sus ojos, Bartock compartió parte de sus conocimientos no como Licenciado en Derecho (que realmente lo es), sino como profesional de la Lucha Libre, una formidable experiencia conformada por más de 30 años.
Bartock se dio cita con los estudiantes de sexto semestre de Ciencias y Técnicas de la Comunicación para ilustrarlos sobre la distorsión que se le ha proporcionado vanamente a la imagen de la Lucha Libre: “Se dice que es un deporte vulgar, naco, macuarro, sólo para gente de bajo nivel, es importante cambiar la visión”, afirmó.
La lucha libre, al igual que todo deporte, tiene su historia. Sus inicios datan en Grecia, Roma; en donde los hombres se hacían partícipes de luchar contra bestias, obteniendo la victoria el más hábil.
Los inicios de Bartock como luchador fueron cuando él tenía 13 años. Como en ese entonces no había escuela de lucha Libre en Zacatecas,  él se tuvo que ir a entrenar  a otra ciudad. Tras cuatro años de entrenamiento, dos exámenes y dos combates, la Comisión de Box y Lucha Libre otorgaron a Bartock su licencia profesional como luchador, a los 17 años de edad.
La lucha libre está conformada por diversas disciplinas, entre las cuales destacan la capoeira y  artes marciales como judo, Lucha Olímpica y  Ju Jitsu,. En ésta última se aprovecha la fuerza del mismo oponente para contraatacarlo; y al igual que en la lucha libre, se utiliza el principio de la no resistencia.
De igual forma, Bartock comentó que hay quienes catalogan a la lucha libre como circo, maroma y teatro. Dichas atribuciones son correctas, afirmó. La lucha es circo porque es todo un espectáculo que incluye entretenimiento al público y acrobacias, pero NADA es falso, puesto que se requiere ser atletas preparados; es maroma porque quien es luchador juega diversos papeles en su vida, muchas veces contrastantes;  y se convierte en teatro por las representaciones que constituye cada luchador, al darle vida a su personaje una vez encontrado en el ring.
Hay quienes asemejan a la lucha libre con una “pelea callejera”; quizá pueda ser que se parezcan, pero no se comparan en estética y profesionalismo, puesto que para que la lucha libre se es perfeccionada.
En un único espectáculo de lucha libre se ven involucradas de 60 a 70 personas trabajadoras, entre las cuales se encuentran los luchadores, los médicos y una comisión del espectáculo.
No solamente los luchadores cambian en el ring, sino también el público asistente suele ocurrirle cierta transformación cuando acostumbra asistir al espectáculo y sacar el estrés de sus trabajos, olvidar todo lo que ocurre en el exterior y entregar sus vítores, gritos y aplausos a sus luchadores favoritos. Esa energía  extraordinaria, sorprendente y satisfactoria, denominada como “Catarsis”, es el aire que da vida al luchador y le permite ponerse en pie incluso en los más dificultosos momentos, tanto durante la práctica, como en la vida diaria.
Recientemente surgió una nueva modalidad de lucha libre, denominada “Lucha extrema”; pero, como su nombre lo dice, es más intensa, pues incluye artículos como alambres y fuego. De igual manera, no es recomendada para todo público.
Para ser luchador se requiere de mucho trabajo, esfuerzo y sacrificio; aproximadamente de cada 100 personas que desean ser luchadores y comienzan su entrenamiento, sólo dos lo logran, a través de su duro ejercicio y resistencia.
Y a pesar de que no le fue fácil dejar su hogar y familia por la entrega total a dicha disciplina, a Bartock se le nota en su semblante la satisfacción de formar parte de ese 2% que logra persistir en el camino de la lucha libre.

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